Quizás no pueda considerarse propiamente
un arte, pero para tener éxito pintando las paredes de tu casa necesitarás de
ciertos conocimientos, buen gusto y una pizca de ingenio. Por eso, nada mejor
que conocer las técnicas más utilizadas para llevarlo a cabo.
- Esponjado. Una de las más tradicionales, se aplica dando golpecitos sobre la superficie con una esponja. El acabado es un efecto óptico de profundidad y volumen. Hay que humedecer la esponja y escurrir bien, aunque lo bueno es que las posibles imperfecciones no se notan con este tipo de técnica.
- Oxidado. Un tipo de acabado muy particular, integrado en entornos muy concretos, para lograr una apariencia similar a una chapa de hierro oxidada, siendo estas paredes de cualquier material. También puede aplicarse a muebles y elementos decorativos.
- Gotelé. Su acabado recuerda a la caída de gotas de agua salpicadas. Se realiza con pintura el agua o plástica mecánicamente y puede aplicarse tanto a techos como a paredes.
- Pátinas. La técnica más conocida. Se realiza en paredes lisas y debe aplicarse una o dos manos de pintura hasta cubrir correctamente con el color deseado, de la forma tradicional con brocha y rodillo, la cual servirá de base. Además, puede dar un efecto de textura y una buena apariencia a un muro de cualquier ambiente. Podemos encontrar diferentes tipos de pátinas: falso estucado, veteado, esponjeado o trapeado.
- Craquelado. Se obtiene este acabado mediante la mezcla de polvo de tiza y pintura acrílica. El efecto es agrietado y se puede decir que reproduce un aspecto rústico y avejentado a nuestros muebles, puertas, o cualquier superficie de madera
- Vetear. El efecto de veteado o peinado en las paredes consiste en rayar las superficie logrando una especie de líneas más o menos visibles, dependiendo de la herramienta que se utilice, y así lograr un efecto rústico.
- Marmoleado. Esta técnica imita al mármol. Es muy laboriosa, pero su acabado lo justifica. Se debe aplicar una capa de pintura en un color liso, y pasar un trapo para que la pintura antes de secar para que no quede uniforme. El proceso clave es coger un pincel finito y dibujar líneas irregulares parecidas a las vetas del mármol. Éstas se difuminan con una brocha que cumple esa función de marmoleado.
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